Una persona se siente amenazada o intimidada con el único fin de conseguir lo que el chantajista quiere y porque hay gente que permite ser victimizada. En una relación normal hay un equilibrio entre dar y recibir, al chantajista no le preocupa el bienestar de las personas con tal de conseguir lo que quiere, el chantajista trabaja con base en el miedo, obligación, culpa, amenazas, promesas, menosprecio y la maldad para seguir oprimiendo y luego usar la “ganancia” como recompensa junto a los corrompidos que le acompañan cuando alcanzan sus objetivos. El chantajista emocional busca conseguir algo para sus intereses, la persona se resiste, la presión persiste, la persona es amenazada con ser cambiada o destituida, “si no haces lo que quiero que hagas, acepta las consecuencias”, la persona cede a la exigencia, mantiene su puesto de trabajo o es gratificada económicamente, el modelo funciona, hay conformidad mutua, la víctima ha caído en el engaño, la corrupción toma forma. Los chantajistas son seres frustrados, dogmáticos, posesivos e iracundos emprenden acciones drásticas para obtener cosas que consideran importantes exclusivamente para ellos, sienten que sus motivos son superiores a los de otras personas, son hábiles y Honoris Causa para dar la vuelta a sus irrazonables exigencias de modo que se vean “obviamente” buenas para todos, quien opine diferente a la mente de un chantajista es un malvado, inepto, opositor, conspirador, mentiroso, horroroso, pelucón, miserable y hasta vende patria, es una forma de maltrato psicológico. El chantajista busca parecer la persona mas maravillosa del mundo, maquilla su personalidad, piensa solo en sí mismo. Una persona normal nunca puede aceptar el chantaje en sus relaciones personales, si lo hace, poco a poco irá terminando con su integridad y su vida hasta convertirse en un prófugo de la moral y la justicia.