Durante los 182 años de vida republicana, en nuestro país se han dado casos que podríamos considerarlos raros e insólitos en el aspecto político, pues no han faltado personajes que por captar el poder han sido capaces de protagonizar hechos reñidos con la ética, con las buenas costumbres y hasta con las leyes vigentes, como es aquella que “prohíbe el nepotismo, es decir la desmedida preferencia que algunos dan a sus familiares para las gracias o empleos públicos, esto es, los que fueren parientes dentro del cuarto grado civil de consanguinidad o segundo de afinidad”, grave desacato que cometió el ex presidente Lucio Gutiérrez, entre otros crasos errores que provocaron su estrepitosa caída.
Empero, ahora los eufóricos partidarios del abogado Álvaro Noboa, eterno candidato a la Presidencia de la República, han respaldado el nombre de su digna esposa, la doctora Anabella Azín, para que integre la papeleta en calidad de candidata a la Vicepresidencia, resolución que a todas luces aparece como algo fuera de lo normal, y hasta incorrecto para el desempeño de tan altas funciones, y aunque no se puede calificar de nepotismo anticipado, aparece en cambio como algo folclórico e inútil ajetreo de las bases del partido político que busca afanosamente la Presidencia del acaudalado empresario sin esperanza ninguna, y que a la postre servirá para acrecentar los votos que darán el triunfo al candidato de la revolución ciudadana.