Y bueno, ahora estamos todos en manos del dueño de la hacienda llamada Ecuador… Y cuando uno es dueño no necesita, sino peones y quizás un mayordomo que le ejecute sus mandados. Todo el resto de los empleados agachan la cabeza y cumplen, para esto no se necesita ni jueces, ni cortes, ni asambleas ni todas las instituciones nacionales. Todos estos se deben ir a su casa y dejar de ganar los sueldos que provienen del erario al cual contribuimos todos los ecuatorianos. Estos sujetos, con poquísimas excepciones, han implantado el servilismo y una nula importancia hacia su propia dignidad y autoestima, y lo que es peor, hacia las consecuencias y precedentes que establecen para los habitantes de este hermoso paraíso en el cual ellos también están incluidos.