Cuando un aparato de gobierno se deja obnubilar por la pasión incontrolable, la misma que puede surgir de una ambición amenazada, o, cuando en sus apresuramientos ha enquistado en las diferentes instituciones a personas que solamente exhiben afinidad o incondicionalidad, y no capacidad o preparación, entonces se encuentra el cometimiento de verdaderas barbaridades. Parece que esta práctica se ha vuelto muy común en algunos gobiernos del Socialismo del Siglo XXI.
No sé con qué bases legales y jurídicas, la Suprema Corte de Venezuela despojó de todos los poderes y prerrogativas a la Asamblea Nacional, a la vez que confirió poderes extraordinarios al Señor Maduro. La verdad, que por las reacciones mundiales, parece que este no entendimiento es algo generalizado. Los únicos que entienden son el Señor Maduro y los Jueces de la Suprema Corte.
Tan desacertada fue esa resolución, que tuvieron que dar paso atrás y que inclusive, una Fiscal General, que hasta ahora ha sido incondicional al gobierno, mostró su total desacuerdo con esas resoluciones. Las calificó de ruptura del orden Constitucional.
Las preguntas que surgen entonces, son: ¿cómo es posible que estas personas hayan sido nombradas Jueces de la Suprema Corte? ¿cuáles sus conocimientos de las Leyes? ¿Cuáles de la Constitución? ¿No deberían ser estos conocimientos requisitos indispensables para ser nombrados Jueces de la Suprema Corte?