No somos cristianos domingueros, señor Bruzzone(autor de una carta), y nos cuesta pensar que pueda llegar un día en que la religiosidad y sus ritos, la fe y su profundo contenido espiritual se profesen tecnológicamente por correos, pantallas y WhatsApp. Si llegara ese día sí nos convertiremos en ciudadanos sin razón, autómatas, hombres sin sentimiento ni reflexión, parte vulgar de una maquinaria que intenta traspasar los linderos de la existencia.
El “pensador” que usted menciona: Seren Kierkegaard, mantuvo una doctrina, influenciada por otros pensadores daneses, y particularmente por el hegelianismo que exaltaba las formas de naturaleza y espíritu.
Kierkegaard no demandaba cambios, él distinguía tres estadios en la vida del hombre: felicidad, ética y religión; es decir relación hombre-Dios.Pero no es mi intención dar clases de filosofía, lo que deseo –y me obliga- es defender al cristianismo y a la Iglesia de sus conceptos apresurados y dejar en claro que tanto uno como otra actúan basados en su concepción de fe y en las enseñanzas que hace dos mil años nos dio alguien que, casualmente, nació en su forma carnal, hace pocos días.