Juntos sí se puede...

Aparte de la indescriptible tristeza por ver a nuestros pueblos y hermanos caer, días de impotencia y desesperación me han atacado desde el día del terremoto. Observar en los diferentes medios de comunicación imágenes dramáticas y tratar de aceptar situaciones incontrolables frente al poder de nuestra madre naturaleza, nos han desconcentrado de nuestra rutina diaria.

El miércoles anterior tuve la oportunidad de viajar a una de las zonas más afectadas. Realmente, la situación es trágica. Niños, madres y padres de familia, con una sonrisa como caracteriza a nuestra gente, pero con letreros y/o aclamaciones solicitando ayuda, agua, alimentación, o simplemente fuerza para afrontar esta situación, no hicieron más que convencerme de la obligación que tenemos como ecuatorianos de levantarnos juntos.

Estoy seguro que al igual que yo, todos queremos dar una mano para apoyar a nuestro pueblo y no podemos descansar. La necesidad es latente y la situación recién empieza, no perdamos la fe y solidaridad que nos caracteriza. Mis profundas condolencias y solidaridad a las familias afectadas. 

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