De Dios y ángeles en mandiles

Muy satisfactorio leer a Doña Edna Iturralde en el apartado -De todo como en botica-, con el título “De Dios y ángeles en mandiles”, y digo satisfactorio, porque se aprecia que la escritora, acepta la presencia de Dios en se vida. No obstante, me atrevo a reforzar algunos mensajes que la Doña nos ofrece.

El hábito del común de los cristianos es pensar en Dios, únicamente cuando atraviesan por alguna circunstancia adversa, tal es el caso de una enfermedad grave, frente a la cual generan un acercamiento temporal al creador; terminada la circunstancia, regresan al principio y se vuelven a alejar, siendo lo adecuado mantener ese acercamiento en las buenas y en las malas.

Dice Iturralde, -y mi mantra fue: “Yo soy hija de Dios”-, y está en lo cierto, en razón de que antes de su afirmación, era solamente una criatura de Dios. Dice a reglón seguido, que vinieron en su ayuda tres ángeles que ocultaban su identidad bajo mandiles de médicos; el ginecólogo, el radiólogo y el oncólogo. Congruentes afirmaciones, ya que es Dios quien creo la medicina y de hecho los médicos; estos, cuando reverencian el juramento de Hipócrates, realizan una labor encomiable.

Más adelante asevera, “Jesús enseñó a sus discípulos a rezar”. Sin embargo, con todo el respeto, me permito afirmar que la Biblia no utiliza en su contenido la palabra rezar, es orar, la que en el lenguaje cristiano quiere decir conversar con Dios. Al hacerlo, estamos facultados a tenerlo en nuestros pensamientos y sentimientos.

Finalmente, dice que Abba, en arameo quiere decir “Padre”, manera íntima de tratar al Dios del cielo, algo así como papá o papi. Yo prefiero decirle papito y por el profundo respeto que le guardo, lo trato de usted. Cuando volvamos a nuestra naturaleza divina, encontrarnos con el Padre y el Hijo, será nuestra mayor alegría, algo que no tiene parangón.  

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