El Presidente de la República ha convocado al Diálogo Nacional como una política de Estado para consensuar y tratar, todos en común, de resolver los álgidos problemas que aquejan al país. Ninguna persona medianamente lúcida podría rechazar de plano tal convocatoria y negarse a participar con ideas, sugerencias y propuestas en la reconstrucción económica, social y política de la nación. Pero el veneno que destilaba el exmandatario ha quedado eternamente inoculado en la señora expresidenta de la Asamblea Nacional, quien con una evidente intoxicación de odio, revanchismo y venganza ha impugnado la noble predisposición de la señora ex-candidata presidencial por el Partido Social Cristiano de participar en el diálogo.
No cabe más que invitarle a la reflexión a la impugnante, a fin de que comprenda que los esfuerzos del actual Mandatario por pacificar y conciliar están por encima de los intereses de los adictos a la incomprensible filosofía del socialismo del siglo XXI. Lamentablemente el “dueño del veneno” no dejó el antídoto. ¡Qué insensatez!
Aristóteles dijo: “Un Estado es mejor gobernado por un hombre bueno que por unas buenas leyes”.