De las innumerables veces que se ha escrito sobre pequeñas obras que contribuyen al embellecimiento de la ciudad, tal vez la más reclamada es el soterramiento de los cables de luz que cual enmarañados hilos de araña cuelgan en toda la ciudad, constituyendo no solo un peligro sino también dando un aspecto de descuido y olvido de lo que constituye el buen aspecto de una ciudad. Estamos conscientes que esa, como muchas otras obras pequeñas obras, no le van a dar renombre al Alcalde, pero sí nos darán gran satisfacción a aquellos que vivimos en la ciudad y que deseamos que ésta sea la ciudad hermosa que por sus propias características ya lo es.