Mucho se viene hablando últimamente acerca de la importante gestión del CPCCS bajo la dirección de Julio César Trujillo, hombre probo e inteligente, cuyo único objetivo es cumplir, a cabalidad, con el mandato popular que le fuera conferido el 4 de febrero a raíz de la consulta. No han sido pocos los obstáculos por lo que esta organización, ciento por ciento legal, ha tenido que enfrentar en estos cortos y agobiantes meses de gestión. ¿Quién o quiénes son los que están atrás de esta persecución?… La respuesta es obvia. Son aquellos personajes e instituciones involucrados en los innumerables actos de corrupción que se vienen investigando y que se gestaron durante la mal llamada “Década ganada”. En consecuencia, temen que se les queme su largo “rabo de paja”.
Obligación de los ecuatorianos honestos es, entonces, brindar nuestro incondicional y efectivo respaldo a todas las propuestas y acciones planteadas por este selecto grupo de intelectuales encargada de tan delicadas funciones, tomando en cuenta que su responsabilidad con la patria es realmente inconmensurable y que, al momento, constituye la única esperanza de los ecuatorianos.