Llegó el 2018 y el calendario electoral arrancó. La consulta está a la vuelta de la esquina y la campaña está por empezar. Pero, más allá del marketing político que está por venir, hay algo importante que el electorado debe considerar. Esas lecciones que aparecen como fantasmas de elecciones pasadas; nos dejan enseñanzas que, como sociedad, debemos de reflexionar. Uno de los problemas que perduran dentro de la democracia ecuatoriana, son los factores equívocos que definen la intención de votos. El primer factor que predomina en el electorado son las influencias o estímulos presentes dentro de los distintos círculos sociales.
En segundo lugar, encontramos el factor que solo responde a los partidos y líderes de opinión. Creando así, un nivel de fanatismo dentro del electorado, provocando una homogeneidad de pensamiento colectivo, llegando privar el pensamiento crítico antes de ejercer el voto y por tanto, cerrando los mapas mentales.
En conclusión, es importante que como sociedad seamos más autocríticos, dejemos el fanatismo a un lado y votemos con conciencia. Que nuestra decisión nazca del análisis, no por una influencia o estímulos comunicacionales como el discurso. Thomas Jefferson decía “Una ciudadanía informada, es el único depositario verdadero de la voluntad pública”.