A propósito de los fuegos artificiales en contra de la Universidad Andina, que ha tenido el coraje de utilizar cerebro y decisión en defensa de la autonomía de la universidad ecuatoriana, es necesario develar a nuestro pueblo acciones y hechos que lastiman la dignidad social.
Para grabar un programa conducido por la presentadora Mariuxi Mosquera, fuimos convocados, a las tres de la tarde del lunes 25 de enero, el exministro Alfredo Vera y el suscrito. El tema a tratar: Politización de la universidad ecuatoriana. El programa debía transmitirse ese mismo día, a las 22:30.
Una sorpresa inicial: se trataría sobre la elección de César Montaño como rector de la Andina. La presentadora se esforzaba para que los dos invitados echáramos a la hoguera a esa respetable institución; utilizó videos con declaraciones sesgadas y antojadizas de funcionarios comprometidos con la burocracia actual. Incluso se sugería, de modo subterráneo, actuaciones corruptas cometidas por el exrector Enrique Ayala Mora. Intenciones, pretensiones y afirmaciones que fueron aclaradas y rechazadas por quien suscribe esta carta. No hubo de mi parte adulo o reconocimiento a las acciones oficiales en este contexto. El programa se canceló y la presentadora no ha contestado a la comunicación enviada pidiendo explicaciones; tampoco me ha entregado una copia de esa grabación.
Algo aún más detestable se produjo anteriormente, cuando un periodista me pidió una entrevista para el noticiero de Canal 7, con el objeto de conocer mi opinión sobre el mismo tema: Politización de la universidad ecuatoriana. El canal manoseó esa entrevista, la descontextualizó ubicándola en un video titulado “Desenmascarando a la Universidad Andina”, video vulgar y grotesco en contra de Enrique Ayala y de la Universidad, esta vez ampliamente publicitado y que pretende apuntalar los ataques oficiales contra la Universidad. Jamás autoricé ese uso torpe de mis declaraciones y tampoco se me hizo saber que tal ocurriría. De hacerlo, no hubiera concedido la entrevista.
Anhelo que recuperemos la cordura y sepultemos la mentira discursiva, más aún si se tratan asuntos académicos que siempre han de estar orientados a conducir a la nación por los senderos de la verdad, el respeto, la dignidad.