Con el fin de obtener una balanza de pagos favorable se castiga a las importaciones, ya sea prohibiéndolas o encareciéndolas con impuestos, aunque éstas consistan en productos de consumo de primera necesidad. Creo que se comete un grave error, pues se termina castigando al pueblo.
Es verdad que estamos obligados a mantener un saldo favorable en nuestra balanza de pagos, pero se lo debe conseguir en base al incremento del valor de nuestras exportaciones, ya sea aumentando la producción, o exportando productos terminados, y no sólo materia prima.
Es menester tener presente que nuestro mercado interno es pequeño, comparativamente somos menos poblados y con menor capacidad de adquisición. Esta realidad nos impide competir con países más grandes y desarrollados, y que por estas razones producen los mismos productos, pero a menor costo. Así, al impedir o gravar con impuestos las importaciones de los productos de consumo, en parte podríamos ayudar a los productores nacionales, pero injustamente castigaríamos a los consumidores, especialmente a los más necesitados.
Por lo expuesto se impone una política de desarrollo que auspicie a los productores en general; con base en estadísticas de consumo autorizarles el cultivo de una cierta parte de sus tierras, pues una parte siempre debe estar en descanso y luego garantizarles la adquisición de sus productos a un precio competitivo. El Estado debe instalar un sistema eficiente de silos para almacenar los productos momentáneamente sobrantes y ayudar luego a su comercialización dentro y fuera del país.