Quisiera contribuir para dejar en claro lo bueno de vivir en una ciudad animalista. Una sociedad que va recorriendo hacia arriba sus parámetros de respeto por los animales, por la vida.
Me refiero a la forma cálida en que hoy se aprecian a nuestras mascotas, e inclusive, a la nutrida fauna de los valles que son parte del Distrito Metropolitano.
Me refiero al animalismo visto como la inclusión de los otros seres vivos en este espacio urbano, con afecto, cariño, salud y recreación. Creando una cultura de cuidado y convivencia. Un gran ejemplo de esto es poder llevar a nuestras mascotas al mismo parque en donde disfrutamos con nuestra familia. Pero no es que están por ahí rondando, tienen sus propios espacios para compartir con otras mascotas y jugar en estructuras hechas para ellos.
Además, que no es solamente divertido para las mascotas, ahí se conoce gente que tiene el mismo amor por los animales y que ve todos estos cambios muy positivos.
Los nuevos Parques Caninos que están en varios parques de la ciudad como en La Carolina, permiten tener lugares adecuados para la recreación de nuestras mascotas, con higiene y espacio para que ellos puedan disfrutar de sus áreas, mientras los humanos disfrutamos de las nuestras. Las mascotas se pueden liberar de las correas y jugar con otros animalitos.