El candidato que llegue a presidente del Ecuador el próximo 2 de abril, tendrá que ser alguien, que demuestre que respeta el derecho que todos tenemos de vivir en libertad, es decir, en y con la verdad, que es lo que ahora mismo no sucede con este gobierno; deberá ser alguien, que transforme al país, pero dentro de cánones democráticos y en sujeción estricta a la Constitución y leyes de la república; alguien, que permita pensar, opinar y expresar su palabra, en lugar de hacer que le obedezcan ciegamente, como ha venido sucediendo en esta última década; alguien, que no los vuelva incondicionales a sus militantes y seguidores, sino que puedan abrirse espacio para crear y crecer como personas; alguien, que no tenga el prurito de imponer su voluntad a raja tabla, lo cual es propio de gobiernos autoritarios como el actual; alguien, que ejerza el poder de manera equilibrada y justa, lo que implica respetar a los demás; alguien, que no practique la prepotencia ni el maltrato, conforme hoy ocurre con el presidente actual.