En la cultura indígena, todos los conjuntos urbanos se desarrollaron alrededor de la Plaza Mayor, que era utilizada para todos los menesteres comunales. Con el andar de los días, la Plaza Mayor fue utilizada solamente para los actos públicos de importancia, especialmente aquellos relacionados con el Estado.
En la cultura hispánica, una cosa parecida. Los pueblos y parroquias van desarrollándose, también alrededor de la Plaza Mayor. Con esto queremos reafirmar que los dos orígenes de dónde venimos, respetan el lugar principal de su existencia: la Plaza Mayor.
En el caso de Quito y su desarrollo, acontece algo casi idéntico: nuestra Plaza Mayor, la Plaza de la Independencia, sirvió, en sus orígenes, para que sus pobladores realicen toda clase de actividades: distribución de agua, plaza de toros, reuniones populares, etc., etc. Poco a poco, con el avance de la civilización y del Estado, la Plaza de la Independencia se fue convirtiendo en el eje de los tres poderes: el del Gobierno, el Municipal y el eclesiástico, debidamente representados por el Palacio de Carondelet, el Municipio, el Palacio Arzobispal y la Catedral Metropolitana.
Con motivo de la erección del Monumento a los Héroes de la Independencia, nuestra Plaza Mayor, a principios de 1 900, adquirió una gran calidad urbana y los quiteños respondieron con gran respeto y alegría.
Con el avance de los años, la Plaza de la Independencia, por equivocadas decisiones de los diferentes gobiernos de turno, se ha convertido en el centro de realización de todos tipo de reunión ciudadana, ya sean estas políticas, promocionales o de reclamación de todo tipo. Esto ha ocasionado el deterioro del símbolo de la patria: la Plaza de la Independencia se ha venido a menos notablemente y a que esté sujeta a constantes reparaciones.
Hora es de que el Gobierno y el Municipio, reflexionando sobre sus responsabilidades, cambien de criterio y eleven el destino de nuestra Plaza Mayor. Disciplinen su uso, exijan de los ecuatorianos y extranjeros un respetuoso comportamiento dentro de ella.
Para efecto de las manifestaciones políticas, sean del tipo que sean, ¿acaso no tenemos lugares más adecuados? ¿Acaso no existen las plazas de San Francisco y de Santo Domingo? Son lugares aptos para concentraciones públicas y cuya conformación estructural permite dichas reuniones, sin ocasionar los daños que cada vez son más graves, luego de las concentraciones que se vienen realizando en la Plaza de la Independencia.
Para poner en acción una sugerencia como la presente, es indispensable una decisión conjunta del Gobierno de turno y el Municipio de turno. Hablamos como técnicos, sin bandería política alguna, pero sí con un gran amor a su ciudad y sus intereses.
¿Acaso no sería una buena idea estudiar y definir como exclusivamente peatonales las calles que rodean a la Plaza de la Independencia? Sabemos que la decisión no es fácil, requiere el estudio de un grupo de profesionales urbanistas y expertos en vías, que el Municipio debe tenerlos o contratarlos. Las decisiones, obviamente, elevarán el uso de la Plaza de la Independencia, y traerán consecuencias en el uso de las vías, pero la consideración primaria debe ser el beneficio de la ciudad y sus habitantes. Naturalmente, habrá de contarse con el beneplácito y aceptación de la ciudadanía (ahora se dice: socializar el proyecto).
En todo caso, la sugerencia tiene mucho que ver con el proyecto de revisión y cuidado del Centro Histórico que las autoridades municipales han decidido emprender.