La franquicia de la Alba es “piratería democrática”, como dice Todorov. Un grave retroceso al estadio predemocrático o neofeudalismo. Las plutocracias de Estado son “corsarios electos”. Llegan al poder por las urnas con ‘patente de corso’ para declararse herederos vitalicios de bienes y fondos públicos. (Monarquía de estado, según el expresidente Mujica), “saqueo posmoderno”, para John Saul. Los gobiernos de la Alba copian la receta castrista del poder indefinido. Hoy Cuba es una cárcel flotante que niega al pueblo los lujosos casinos de la revolución (solo si laboran en ‘jineterismo’ sexual). La piratería democrática trajo una nueva década perdida a Latinoamérica con la corrupta impunidad de la izquierda ‘progresista’. Los nuevos piratas visten de Dior sin pata de palo ni parche en el ojo.