La delincuencia es muy dañina, terriblemente perjudicial para la vida y sigue avanzando sin remedio. No queda otra que clavarle un impuesto fuerte para desalentar este lucrativo negocio. (La misma lógica usada con los impuestos al consumo de comida chatarra). Las numerosas bandas delictivas, una vez registradas en el SRI, verán sus jugosas utilidades sustancialmente reducidas. El bajo mundo es un sector en alza que nunca contribuyó ni un centavo históricamente. Hoy, como nunca, dispone hasta de capitales internacionales. Con el dinero recaudado, el Estado construiría cárceles que ya no sean mazmorras para enemigos ni ciudades del conocimiento delictivo.