La consultora brasileña Odebrecht, creó una red de corrupción dirigida a 12 países. La escalofriante cifra de 788 millones de dólares fue utilizada para sobornar a unos cuantos enigmáticos y tenebrosos personajes de varios países y cuyos nombres ya han sido revelados, para su propia vergüenza y escarnio, por parte del Departamento de Justicia de los EE. UU.
En el Ecuador, se entregaron 33.5 millones, en el período 2007-2016, de este gobierno. Nadie, aparentemente, conoce sus nombres, es un verdadero misterio. Parece que los “nuevos millonarios” son fantasmas o seres invisibles.
En otros países, en donde la justicia sí funciona, los fiscales generales cumplen con su deber, no les tiembla la mano, son independientes de regímenes autoritarios. Aquí, no pasa nada. El fiscal, desafortunadamente, es subordinado al gobierno y hay vía libre a la corrupción. Es imperativo una investigación exhaustiva para llegar a establecer si hay sobornos por esa cifra y los nombres de los presuntos responsables. ¿O ya fijaron alguna fecha conveniente a ciertos intereses?; ¿De qué están revestidos y protegidos los corruptos, cuyas fechorías y actos deshonestos se ocultan y quedan en total impunidad?