La equidad como norma

La negociación sui géneris de los terrenos del Issfa con el Ministerio de Ambiente es atípica.
Las partes defienden apasionadamente sus intereses particulares y el pueblo en expectativa y sorprendida de estos negocios entre “gallos y medianoche”. Ninguna de las partes acepta responsabilidades, reconocen “pequeños errores”, insignificantes, y vea usted, amable lector, el escándalo que se está armando.

Sería interesante conocer qué opina el pueblo de esta transacción de tierras entre instituciones del Estado y se van a sorprender porque entre las conclusiones seria ratificar la “inequidad aberrante” dominante en el Ecuador y, por supuesto, en el mundo entero.

La clase militar es de élite, excepto los niveles inferiores. Los beneficios sociales son dramáticamente superiores al común de los mortales, las jubilaciones y cesantías apetitosas y en edad mucho menores de los afiliados al IESS. Mejor es “tarde que nunca” para que se aprecie objetivamente cómo funciona la inequidad en el Ecuador y esto solamente es una parte pequeña.

Sería interesante analizar la concentración de la tierra con ocasión del proyecto que está en estudio, el historial de aquellas, grandes grupos privilegiados que recibieron adjudicaciones inmensas y que ahora afloran riquezas monstruosas gracias a la generosidad del Estado con esos grupos de poder. Y no me refiero exclusivamente a la clase militar.

Pero volviendo al tema del famoso contrato, tienen que ser sancionados de parte y parte por haber suscrito de “buena” o “mala fe” este contrato plagado de inconsistencias.

Ojalá el Contralor General del Estado, aunque a destiempo, inicie el análisis del caso y el pueblo estará a la espera de que se transparente cómo se manejan los temas de la seguridad social y que el Procurador simplifique este escándalo decidiendo la forma de solución, aunque no se pueden olvidar del concepto básico de que “las cosas se deshacen exactamente como se hacen”.  

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