Cuando las aguas se ponen revueltas, el barquero busca como salir avante. Para lograr este objetivo convoca a un diálogo nacional por la equidad y la justicia social y, a renglón seguido, dice que allí se definirá el País que Queremos. El 72% de los ecuatorianos le decimos desde ahora cuál es el país que no queremos:
No queremos un país como Venezuela o Cuba, donde tengamos que poner la huella digital para conseguir papel higiénico o arroz. No queremos un país como la Unión Soviética o Corea del Norte, donde para comprar una botella de vodka en una larga fila había que encontrar tres o cuatro personas que contribuyan. No queremos un país donde tengamos necesidad de un pasaporte para visitar una provincia de nuestro propio país. No queremos un país en donde un departamento minimalista sea compartido el baño, la cocina, el comedor y la sala por dos o más familias. No queremos un país en donde la nomenclatura tenga departamentos hereditarios de 200 m2, casa de campo y acceso a las universidades de élite, adonde nunca llegará el pueblo popular. No quiero un país en el cual cuando se abra la puerta, una o varias generaciones de técnicos o científicos altamente calificados salgan en desbandada a países con libertad, como sucedió cuando cayó el comunismo en la URSS.