Cada vez son más frecuentes los desaciertos del presidente Correa, que causan más desconfianza en los ecuatorianos. Cómo es posible que haya ordenado que al Issfa se le debiten 38 millones, como que fuera poca cosa, por un negocio que, según la Procuraduría, tenía ese sobreprecio. Es decir que para este Gobierno, que está desfinanciado, es muy fácil disponer del dinero que cree le pertenece, aunque digan que es “del pueblo ecuatoriano”. Tenemos temor de que cualquier rato el Gobierno pueda disponer de nuestros ahorros pues siempre tendrán la razón y no hay ley ni autoridad que nos proteja. Solo Dios será el único que podrá salvarnos, así que ¡a rezar ecuatorianos!