Acatando las disposiciones vigentes, el Senado de Brasil destituyó a la mandataria Dilma Rousseff, por motivos ampliamente divulgados.
Como era lógico de esperar, los gobiernos de Ecuador, Venezuela y Bolivia, han declarado que se trata de un golpe de estado parlamentario y han decidido retirar o llamar a consultas a sus diplomáticos en Brasil, ya que los dogmas de este trío de “progresistas”, no concuerdan con el nuevo giro político y ético de los brasileños.
En un corto análisis práctico, no creo que a Brasil le perturbe esta acción diplomática de los socialistas del siglo XXI, ya que es poco y/o nada bueno lo que se les podríamos exportar como “destacadas potencias”. Ningún país democrático está interesado en la receta gestada en el mismo Brasil, por Fidel Castro y Lula Da Silva, con el famoso Foro de Sao Paulo, en el que se establecía, entre otras cosas, como un gobernante puede acaparar todas la funciones del estado para fines oscuros y siniestros. No creo que tampoco les interese la “avanzada” tecnología ecuatoriana, de cómo se debe construir semi sumergibles en medio de manglares, para transportar substancias ilícitas. No se me ocurre que otros vanguardistas conocimientos o productos podríamos dejar exportar a Brasil, para así “castigarlos por su osada acción golpista”. Los dislates revolucionarios continúan.