Hace 9 años apareció un joven profesor universitario y economista, en medio de la vorágine política que vivía el país en esos momentos, con un discurso fogoso y populachero, que hacía presagiar nuevos horizontes de bienestar y estabilidad política. Sus palabras brotaban, como torrentes llenos de esperanzas por un futuro mejor.
Ofreció en sus discursos, principalmente, educación, vialidad, salud y vivienda, que en cierto modo lo está cumpliendo, con recursos del precio del petróleo, que en su época estuvieron altos, y que fueron aprovechados para cumplir sus metas. Pero, desgraciadamente, no previó lo que podría suceder en lo posterior, porque todo esto estaba sentado en el andamiaje, político y económico, de una bonanza perdurable; desgraciadamente, no fue así, se vinieron abajo todos los sueños y esperanzas. Y hoy sufrimos una inestabilidad precaria, por la baja del crudo. Solo nos queda el optimismo de un gobierno, que se empecina, en hacernos creer que el país está boyante, cuando en realidad está con una deuda escalofriante con los chinos, y no se atreve a acudir a los organismos multilaterales, como FMI, BID, etc., que prestan a menores intereses.