Muchas veces las personas viven una permanente sensación de derrota, la cantidad de enojados es tan alta, que no hay esquina en el mundo, donde la gente muestre un semblante de satisfacción, muchos parecen quejosos, resentidos y sin horizontes, otros, acumulan todos los medios para imponer su criterio, pensamiento o doctrina, o sea sus intereses personales o de grupo.
Hay líderes que aprovechándose del “cambio de época” no vacilan en sacrificar al pueblo, al que dicen representan, del que presumen y lo reúnen como hacen los encantadores de serpientes para llevarlo a través del engaño y la desorientación a un futuro efímero e inhumano.
La propaganda y la mentira se presenta en todas las formas y por todos los medios de comunicación para confundir a la gente y dejarla sin razones ni criterios para que puedan formar su propia opinión o sepan discernir entre lo bueno y lo malo. No es posible seguir cargando el peso de los errores de quienes han destruido el país.
Hay que propiciar entendimientos, crear oportunidades, desterrar la corrupción en todas sus formas con el rigor de la ley inspirando una ética y moral comprensiva y respetuosa que pueda producir lazos de unión antes que ofertar fortuna, bonos o donaciones con dinero prestado, por desgracia hay demasiados actores asentados en el poder que destruyen el país en lugar de servirlo, políticos que conducidos por la avaricia y la búsqueda de beneficios propios y de su fanaticada han creado una conciencia irresponsable y corrupta, su endiosada personalidad de sentirse ganadores de toda contienda les ha llevado a destruir todo lo que encuentran a su paso convirtiéndose en el prototipo de la ferocidad más salvaje que la especie humana pudo haber desarrollado.