Observo que el público ecuatoriano sigue de cerca las operaciones militares que se están llevando a cabo por las fuerzas armadas turcas en Siria y el norte de Iraq con atención.
Como es de su conocimiento, las operaciones se iniciaron poco después del ataque suicida en Suruc, en la parte sureste de Turquía, cerca de Siria. En ese sentido, me gustaría atraer su atención sobre lo siguiente, especialmente tomando en consideración las dos caricaturas publicadas en El Comercio, el 28 y 29 de julio de 2015, tituladas “Erdogan vs. Estado Islámico”, y “El califato decapita”.
De acuerdo con la información recopilada hasta el momento, el ataque en el cual 32 ciudadanos turcos perdieron la vida y 104 resultaron heridos, fue perpetrado por DEASH (ampliamente conocido en el Ecuador como el Estado Islámico). Esto, sin duda, se trata de la seguridad nacional de Turquía. Sin embargo, también es un crudo ejemplo que demuestra el inmenso alcance de la amenaza global que estamos enfrentando. Turquía ha estado luchando con DEASH durante mucho tiempo y de varias maneras. A pesar de esto, como consecuencia de los últimos sucesos, la intervención de las Fuerzas Armadas de Turquía se ha vuelto inevitable. Esto no es una operación limitada sino un proceso. La seguridad está siendo reforzada y también se están tomando medidas adicionales dentro de Turquía.
Turquía es un país laico y democrático (que ha abolido el califato en 1924 como parte de su proceso nacional de revolución). Celebramos nuestras últimas elecciones parlamentarias el 7 de junio 2015, donde se obtuvo el 84 por ciento de participación de la ciudadanía. Después de este éxito electoral, en el que alrededor de 46 millones de ciudadanos votaron, ahora estamos en el proceso de establecer un nuevo gobierno. Por lo tanto, también consideramos a este ataque suicida como un atentado contra nuestra democracia. Además, cabe señalar que DEASH es una amenaza para Turquía porque crea una imagen y percepción equivocada del Islam; que es la fe del 99 por ciento de la población turca.
En este punto, quisiera recordarle el tema de refugiados debido a la crisis en Siria. Desde que empezó el conflicto, casi 2 millones de sirios incluyendo árabes, kurdos y otros grupos étnicos, llegaron a Turquía. Si bien es cierto, por tratarse de una cuestión humanitaria están bienvenidos, pero estoy seguro de que usted podrá entender la presión que esto crea en Turquía, considerando el limitado apoyo de la comunidad internacional.
Paralelamente el ataque suicida, PKK, una organización terrorista separatista kurda, intensificó su esfuerzo para perturbar el orden público en Turquía. Los ataques y manifestaciones comenzaron inmediatamente. De hecho, desde el 7 de junio, PKK había perpetrado 281 actos terroristas. Sólo durante la última semana 53 ciudadanos turcos murieron incluyendo el asesinato de a dos agentes de la policía en sus propios apartamentos, el 22 de julio. Ahora varios bastiones del PKK en el norte de Irak también están siendo bombardeados por la Fuerza Aérea de Turquía.
Sin embargo, es importante recalcar que la lucha no es contra los kurdos, sino contra una organización terrorista, separatista kurda que se encuentra activa en Turquía. Turquía está en cooperación con muchos grupos kurdos en la región. Nuestra estrecha relación con la administración kurda en el norte de Irak es un ejemplo. También es importante destacar que en las últimas elecciones parlamentarias, el Partido Demócrata Popular pro-kurdo (HDP) ganó 80 escaños en el parlamento. Considero que esta es otra demostración de que Turquía se ha comprometido en abordar todos los asuntos, incluyendo los que tienen que ver con los derechos de los kurdos, dentro de un marco democrático.