He recibido con beneplácito y alegría, el comienzo de las relaciones diplomáticas bilaterales entre Estados Unidos y Cuba, que han mantenido durante 52 años en el ostracismo, produciéndose el embargo y bloqueo comercial de los EE.UU. a un pueblo que ha vivido, tanto tiempo en el abandono y la pobreza, por la prepotencia y el abuso de poder, de un líder que se abanderó en su lucha contra el tirano y el fascista, que quiso perpetuarse en el poder, Fulgencio Batista. Pero parece que fue más amargo este acto porque Fidel Castro tomó las riendas y hundió a su pueblo en la pobreza y la esclavitud hasta estos días. En el año 1962, se declaró el embargo de Estados Unidos a Cuba, pues esta metodología de coacción económica y política, usada por los dos pueblos, fracasó rotundamente, ya que el aislamiento que fue sometido por el orgullo y la tozudez de Fidel Castro, hizo que el pueblo cubano se hundiera más en su destino que le tocó vivir. Finalmente, y por la intervención del papa Francisco, que contribuyó para que los dos líderes hayan optado por el mecanismo más coherente y eficaz, para resolver este diferendo después de más de medio siglo, a través del diálogo directo y plausible. Ojalá se den un abrazo entre estos dos países hermanos.