Otra carta sobre Assange

El caso Julian Assange se ha convertido en una situación negativa en el convivir nacional, por las implicaciones legales, políticas, administrativas y personales que encierra.

Los medios han informado con amplitud del comportamiento de este individuo australiano en la embajada del Ecuador en Londres. La sociedad ecuatoriana se ha asombrado ante el accionar de quien ha violado sistemáticamente las normas establecidas para el asilo, a través de conferencias de prensa, discursos desde la ventana, declaraciones por radio y TV, intervención en procesos electorales, apoyo a movimientos separatistas, etc., mientras que a compatriotas por causas justas y amparadas por la ley se les ha perseguido, enjuiciado, condenado a cárcel, obligado a vivir en la clandestinidad y a buscar refugio en otros países.

En estos últimos días Julian Assange ha sido sujeto de muchos comentarios porque la señora Canciller trató de ocultar actos que se tramitaban a favor de él, aunque luego y ante la realidad, debió reconocerlos. Se ha otorgado la nacionalidad ecuatoriana a un hacker y hasta se ha solicitado privilegios diplomáticos para quien ofendió a los ecuatorianos al tildar a nuestro país de insignificante.
Igualmente ha ofendido al Presidente de la República al desacatar la orden de no realizar comentarios y acciones políticas; ha chantajeado al gobierno al manifestar que denunciará actos de corrupción de altos funcionarios, lo que equivale a decir “ustedes calladitos”.

Estupefactos nos preguntamos: ¿Qué actos importantes ha realizado este hombre para merecer la ciudadanía ecuatoriana?, ¿Es legal conceder asilo a un ecuatoriano en el Ecuador? Esta agresión y este abuso contumaces debió tener una respuesta inmediata: la terminación del asilo y el abandono de la embajada. Nada de esto ha sucedido. Sorprende e indigna la tolerancia y la lentitud de las autoridades, especialmente la del señor Presidente de la República. Ecuatorianos, es preciso cuidar y velar la dignidad y el honor nacionales.

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