Asistí como observador a la Audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el martes 25 de octubre en Washington DC.
A dicha Audiencia concurrieron representantes del gremio de periodistas del Ecuador quienes aportaron pruebas a las denuncias que por persecución y restricción a la libertad de prensa han presentado ante dicha instancia internacional.
En representación del Gobierno Nacional, la nota discordante fue la actuación del Canciller. Este funcionario, que ostenta el más alto rango diplomático, comenzó por llegar tarde a la cita, vestido en mangas de camisa, violentando elementales normas de conducta, especialmente cuando se actúa en representación del país.
En cuanto a los argumentos presentados por el Canciller, este ignoró los temas denunciados y se refirió a la bancocracia, acusando a los periodistas de no haber concurrido entonces a la CIDH, a denunciar los malos manejos de la banca. Su intervención, lejos de una pieza oratoria, en contestación a denuncias claras y cargadas de pruebas, abundó en referencias a hechos no pertinentes con el proceso en cuestión.
Debería el Canciller distinguir cuando asiste a un mitin político y cuando representa al país en un alto foro internacional.