Campaña de distracción

La campaña de distracción, que tan buenos resultados ha dado a la RC ante la inexistencia de una oposición inteligente y organizada, pretende de nuevo dejar de lado asuntos de gran trascendencia como la crisis económica, sus eventuales ajustes y la inminente aprobación de las “enmiendas” constitucionales a través de las cuales, aprovechando una dócil mayoría de diputados, se modificaría la Carta Política.

En efecto, un saludo de cortesía elemental, en la inauguración de un edificio público, ha desatado comentarios, editoriales y análisis políticos que sostienen la existencia de un pacto político entre el Jefe de Estado y el Alcalde de Guayaquil, con el peligro de que la ciudadanía deje de lado lo que realmente interesa al país: reformas constitucionales y crisis económica.

Respecto a la crisis económica, el Gobierno se niega a reconocer que el desaforado crecimiento del gasto público, que entre 2001 y 2006 aumentó en 52% mientras que entre 2007 y 2014 lo hizo en 230% (números ajustados por inflación) es la causa principal para los problemas que afronta el país. Y que el endeudamiento agresivo de los dos últimos años para sostener el nivel de gasto, además de ser un dogal para el futuro de la nación, será imposible de repetir para financiar el presupuesto del 2016, porque el riesgo país – que expresa el rendimiento que exigen los acreedores para prestar a Ecuador – ha llegado a niveles inéditos: 1 458 puntos el 5 de octubre, frente a 184 en enero del 2007, 310 de Colombia, 259 de Perú y 296 de Uruguay.

Y las perversas reformas constitucionales, que pretenden la redefinición del rol de las FF.AA., el recorte de las funciones de la Contraloría para convertirla en simple verificador de ingresos y gastos, la declaración de la comunicación como servicio público (que solo puede prestarlo el Estado) y la reelección indefinida, antidemocrática y caudillista, podrían pasar inadvertidas en una sociedad distraída por el saludo y las fiestas de fin de año. 

Fuente: artículo publicado por Vicente Albornoz en la edición de EL COMERCIO de 5 de julio de 2015.

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