Hace mucho tiempo mi mamá fue víctima de acoso en un bus de transporte urbano en Machala. Yo tenía 6 años. Hasta hoy tengo fija la impresión de mi madre quejándose a un policía que se burlaba y le preguntaba si no era amiga del acosador.
Ahora tengo 26 años y soy una adulta que rechaza todas esas formas de denigrar a la mujer y de abusar de la fuerza física para dar rienda suelta a los instintos básicos.
Creo que una de las causas sociales por las que si me involucraría en la política, es por este tipo de cosas.
Me da mucho gusto ver que el Municipio de Quito y su Patronato no abandonan este proyecto Bájale al Acoso; porque así se pone a la fuerza del Estado en contra del abuso de la fuerza bruta.