A nadie le cabe la menor duda que el Ecuador requiere una profunda transformación educativa. Sin embargo, su deseo de mejorar la educación choca con la ineptitud e incompetencia de una serie de funcionarios enquistados tanto en el Ministerio de Educación y principalmente en la Dirección Provincial de Pichincha, donde un simple trámite que no debería durar más de cinco minutos, puede extenderse por varios días, obligando al docente en cuestión a solicitar múltiples permisos en la institución educativa, con el perjuicio respectivo para los estudiantes. Adicionalmente el trato que se recibe en las dependencias de la Dirección Provincial es el más denigrante y grosero que se pueda imaginar.
Si los profesores ya son considerados servidores públicos, ¿por qué se les niega el refrigerio, transporte y uniforme; beneficios que sí poseen los funcionarios de otras instituciones del Estado? Adicionalmente, de acuerdo con el nuevo escalafón, el docente con título universitario que ingrese al magisterio debe percibir una remuneración de USD775, lo que no ocurre, pues a los triunfadores de los concursos de merecimientos se los está ubicando en la categoría J con un sueldo de USD 500, que es lo que percibe un conserje.
Señor Presidente: no habrá mayor cambio mientras los profesores sigan trabajando con cursos de hasta 60 estudiantes. Le solicito que disponga los correctivos para que la revolución educativa se ponga en marcha.