¿A quién se le podría ocurrir que un Ministerio de Cultura patrocinara ideas favorables a los fines y métodos de la muerte por asfixia en las cámaras de gas de los nazis? ¿Quién querría patrocinar con los impuestos de los ciudadanos el crimen y la barbarie? ¿Qué ciudadanos, pagadores de impuestos, estarían contentos con que se utilizara así su dinero?
Esto es tan absurdo como el patrocinar revistas que fomentan el uso de drogas, el aborto y el irrespeto a la religión y creencias de los demás.
Con increíble asombro he recibido unas revistas producidas por la organización Diabluma y, parece ser, patrocinadas por el Ministerio de Cultura en las que se fomenta el uso de drogas, se incita a cometer un delito penado por las leyes ecuatorianas como es el aborto, se promueve el odio religioso y se atenta contra la libertad de culto, derechos consagrados por nuestra Constitución.
Si la organización antedicha quiere publicar sus ideas e imágenes tiene libertad de hacerlo, pero nosotros también tenemos el derecho de pedir que no se hagan estas cosas con nuestros impuestos.