No podría haber elegido un sitio más apropiado en Buenos Aires el expresidente Correa para brindar un recital inolvidable a sus camaradas kirchneristas. Es saludable la ausencia de los hermanos Alvarado en el gobierno de turno, porque ya no nos obligarán a escuchar a un personaje cuyas habilidades para el canto rivalizan con las destrezas mostradas para manejar la economía del país.
Dada la crisis financiera en la que nos dejó sumidos este mal cantante, estamos convencidos que es necesario investigar a todos los miembros de esa desafinada orquesta que por diez años nos aburrió con el sonsonete revolucionario, muchos de los cuales se alzaron con el santo y la limosna. Es increíble que algunos todavía sigan en sus cargos y tiendan cortinas de humo para proteger al artista. Los ecuatorianos ansiamos escuchar cantar a Correa y a sus compadres pero en los tribunales de Justicia, porque el principal responsable de la crisis y sus cómplices deben ser juzgados con todo el rigor de la Ley.