El Gobierno nos está poniendo a prueba. Está probando hasta dónde llega el buen talante ese tan característico de los ecuatorianos. Nuestras diferencias nunca fueron irreconciliables, a pesar de todo nunca elegimos las batallas sin cuartel.
Somos gente que le gusta volver a su casa para disfrutar de la compañía del vecino de siempre. Me asusta comprobar cómo, con fines proselitistas, se exageran nuestras diferencias tratando de distinguir hasta la náusea a los “buenos” de los “malos”. Les invito a no caer en la trampa, a dejar solos a los miserables que tienen necesidad de inventar enemigos.
Invito a no dar ocasión a los que pretenden inaugurar la intolerancia en una República de buenos vecinos.