Todos los seres humanos nacen libres e iguales con dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Bajo el título de blasfemia se escribió: “La libertad de expresión no tiene límites cuando de criticar ideas se trata (…) Las religiones no son nada más que eso, ideas, aunque afirman lo extraordinario sin evidencia.
Es por esto último que son objeto legítimo de escarnio bajo la luz de la razón”. Frente a estas afirmaciones, me pregunto; ¿Bajo la luz de cuál razón? Puesto que como cristiano mi razón es Cristo y no por ello se me debe ocurrir asegurar que quienes no comparten esta razón deban ser objetivo legítimo de escarnio.
El escarnio (burla cruel y humillante) atenta directamente contra los derechos humanos; nuestra libertad de expresión termina donde empieza cualquier forma de escarnio.