Por elemental sentido de respeto al país, algunos candidatos a las diferentes dignidades a elegirse próximamente, deberían ofrecer solo lo que legal, física y procesalmente puedan cumplir (si llegan a ser elegidos); pues ya rebasan los límites imaginables; cuando prometen cambios de Constitución, consultas populares, millones de empleos, decenas de reformas a leyes vigentes, decenas de derogatorias a improcedentes impuestos, rebajas inmediatas al costo de la vida, regalos de energía eléctricas, medicina y sanaciones para todo enfermo (más ibuprofeno), renegociación inmediata de la deuda pública chulquera, ingresos a las universidades sin requisitos… (solo falta que ofrezcan títulos profesionales a domicilio…), etc. Hacer devolver los millones de dólares que recibieron por sobreprecios y coimas de Odebrecht… (“contando” con la diligente “imparcialidad” e ineptitud de la Fiscalía).
Por tanta demagogia, la ciudadanía permanece fría, casi ajena al proceso electoral… Hay el 40% que no son indecisos, sino indiferentes e incrédulos.
De desear sería una ley, para que quien incumpla estos “baratillos electorales”, luego de la “rendición de cuentas”, una comisión fiscalizadora imparcial, informe para establecer sanciones ejemplares a los que no hayan cumplido sus promesas.
El país ya tiene 200 años de edad, está cansado de tanto engaño que perjudica a la democracia ecuatoriana.