Una hora era el tiempo que se requería para trasladarse del valle de Los Chillos a la capital de los ecuatorianos, 40 años han transcurrido desde que el presidente de la República de ese entonces Dr. Velasco Ibarra y el prefecto de Pichincha Dr. Álvaro Pérez firmaron el contrato para la construcción de la autopista Rumiñahui.
En el transcurso de estos años una infinidad de prefectos han hecho uso y abuso de la autopista para promocionar sus nombres, colocando vallas a su conveniencia y manteniendo brigadas de campaña política a su favor contratando personal para el cobro del peaje. Hoy el viaje entre el valle de Los Chillos y Quito se cubre en dos horas, largas colas de vehículos se forman hasta pagar el impuesto (peaje) que dicen sirve para el “mantenimiento de la vía” y donde los proyectos de vivienda se han multiplicado a los costados de la autopista sin contar con los servicios básicos de luz, agua potable y alcantarillado.
Cuando se acerca un nuevo proceso electoral y la eficiencia no se ve por ningún lado en la administración de la provincia llegan las ofertas de campaña cuando no han sido capaces de solucionar el tráfico en la “autopista” así como en la vía Intervalles donde también se paga peaje.