Los siete atentados y ataques terroristas que han afectado a la provincia de Esmeraldas y sobre todo a San Lorenzo, han mostrado los riesgos que tiene que afrontar el Ecuador ante la acción de la narco-guerrilla colombiana y las fuerzas disidentes de las FARC.
El Presidente Santos, del vecino país, contra la voluntad de su pueblo, firmó un “acuerdo de paz” con las FARC que en gran parte resulta una farsa y un engaño. Santos , que ya conoció a Fidel Castro hace muchos años, ha sido utilizado para legalizar la condición y bienes de algunos dirigentes guerrilleros y otorgarles, si no me equivoco, diez puestos gratuitos en el Congreso. Mejor les hubieran dado diez puestos a las víctimas del conflicto armado. Pero no todas las fuerzas guerrilleras de Colombia se han unido al acuerdo y la otra guerrilla, el ELN, sigue más activa. Y es que el narcotráfico y otros delitos conexos son un negocio redondo. Hace algunos años, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz con el Perú, había quienes sostenían que el Ecuador ya no necesitaba de Fuerzas Armadas. Yo siempre sostuve que esa era una ingenuidad o una afirmación tendenciosa. A lo largo de la historia el Ecuador tuvo que afrontar diversas contingencias y por lo menos dos veces enfrentó a fuerzas del vecino país ( por lo cual perdimos Pasto y Popayán). Ahora el Ecuador tiene que enfrentar la invasión y arremetida de grupos irregulares colombianos y carteles mexicanos, justamente después de que el ex-dictador Rafael Correa procediera sistemáticamente, durante diez años, a debilitar, dividir, humillar y desarmar a las FF.AA., mientras despilfarraba el dinero en viajes, latisueldos y obras desmesuradas, carísimas o fantasmales. Ahora, el gobierno del Lic. Lenin Moreno se ve en apuros para cuidar una frontera descuidada, luego de que el régimen de Correa comprara helicópteros que se caían, radares chinos inservibles y aviones viejos o chatarra, al mismo tiempo que jubilaba anticipadamente a varias generaciones de oficiales bien preparados, todo con el afán de acabar con las Fuerzas Armadas regulares y eventualmente crear quizá milicias “revolucionarias”.