Que lejanos los tiempos en que una fiesta patria era motivo para enarbolar, con orgullo, nuestra bandera en cada rincón de la ciudad, del país entero. En los balcones y terrazas flameaba, con vida propia y dignidad, el sagrado símbolo. Tiempos pasados. Este último 10 de Agosto, nuestra bandera quedó relegada al olvido, arrumada en el baúl de la indiferencia. ¿Será que hemos perdido el amor por nuestros símbolos patrios? Será que nuestro civismo se ha venido a menos? Vamos ecuatorianos, no es necesario esperar una fiesta cívica para izar nuestra bandera, hagamos que el Tricolor nacional ondee libre al aire.