El Dr. Alexis Mera, ese escurridizo personaje de Carondelet, sumiso febrescorderista devenido por utilitarismo en ‘revolucionario’ del siglo XXI, partícipe en la redacción de una legislación deficiente y represiva que atenta contra derechos y libertades ciudadanas, con insinuaciones descalificadoras y citándolo diminutamente, ha pretendido replicar mi artículo anterior.
Lo conocí el año 2008, merodeando, como funcionario público (?), el juzgado en el que se tramitaba un juicio privado: saludándome con mirada evasiva y entrando y saliendo con sigilo de la sala de audiencias.
Ese juicio fue el primer acto ominoso de manipulación de la administración de justicia en beneficio personal de quien ejerce actualmente el poder.
Una lectura de la ‘réplica’ demuestra que el Dr. Mera no entendió el contenido de mi artículo o, como ha sido práctica recurrente de los voceros del correísmo, lo tergiversa interesadamente.
Cortando el texto donde le conviene, insinúa que me opongo al establecimiento de exigencias para la citación por la prensa. No es así. He reclamado, y seguiré reclamando, una legislación clara, concisa y concreta, redactada con corrección, con lógica y técnica jurídicas.
He pedido que esas exigencias consten en una enumeración taxativa (no ejemplificativa) de la ley, para evitar interpretaciones subjetivas y contradictorias de los jueces, respetar el principio de uniformidad procesal y evitar la confusión de los litigantes.
Un ‘triunfante’ Dr. Mera, que afirma que he cometido “un disparate”, me obliga a repetir lo que he dicho: 1) Que la administración de justicia tiene la responsabilidad de mantener el equilibrio entre derechos y obligaciones de los litigantes y que no debe privilegiar a ultranza un derecho en desmedro de una obligación. 2) Que es inconcebible que los jueces ordenen que se demuestre “documentadamente” que se ha hecho lo “imposible” (lo que no se puede hacer) para localizar al demandado. 3) Que es inaceptable que los jueces exijan, incurriendo en contradicciones, que se pruebe que se han realizado “todas” las gestiones necesarias sin que estas estén enumeradas taxativamente en la ley. ¿Cuál es mi “disparate”? ¿No es de los jueces? ¿No está en la ley?
He sido coherente. He criticado, desde el primer día, el proyecto correísta. No me han refutado con razones: me han insultado y han tratado, con argumentos deleznables, de descalificar. Como abogado, tengo derecho, respetando la ley, a un ejercicio ético de mi profesión. Nunca renunciaría a mi libertad y dignidad para convertirme en instrumento manipulable para destruir el estado de derecho, pisotear la Constitución y las leyes, redactar una legislación deficiente y represiva, negar los derechos de los ciudadanos y, cobardemente protegido por el poder, denigrar a quienes discrepan. Las personas como el Dr. Mera, repito la cita, “no infaman cuando insultan, sino cuando elogian”.