Es un enunciado popular que se dice cuando se ha perdido todo el dinero en algún juego de azar. Al parecer, viene como anillo al dedo en estos precarios momentos que atraviesa nuestra escuálida economía. Porque, efectivamente y en forma deliberada, despilfarraron los recursos económicos del pueblo. Indigna y espanta constatar cómo se festinaron los billetes, que debieron haber sido destinados a una verdadera inversión social, en un período de auge, irrepetible por el precio del petróleo.
Hay un letal endeudamiento externo, hipotecando nuestros recursos naturales, contratos millonarios inexplicables de obra pública, además inservibles, una excesiva e inoperante burocracia, viajes, comitivas, comilonas, tarimas, cantos, sabatinas y como suele decir: etc., etc.
Lo expresado es un breve compendio de la arbitrariedad y abuso de los recursos económicos que, en forma inescrupulosa, han derrochado altos funcionarios del Estado, en contubernio con oportunos contratistas, con la complacencia del mandatario, qué mal ejemplo supo dar, cuando inició juicios para reclamar indemnizaciones millonarias. ¿Qué se podía esperar del resto? También faltos de ética hicieron su agosto. Y con el fin de paliar el fandango, la creación de más impuestos que nos tiene al borde del colapso.
Al azar se ha administrado nuestro país y ahora padecemos impotentes nuestra infausta realidad. “Acabó billete”.