La mera publicación de las cifras de víctimas de accidentes de automóvil no es suficiente para llevar el ánimo a ciertos conductores, la noción justa y vívida de los espantosos riesgos a que todos estamos expuestos. Es horrible por ejemplo mirar los cuadros macabros que dejan los accidentes de tránsito, constituyendo esto como consecuencia del alto frenesí de andar a vertiginosas velocidades.
Cada vez que oprimimos el acelerador más de lo que la prudencia aconseja, sube de inmediato la muerte al vehículo con pie callado y se agazapa en acecho de nuevas víctimas.
Las desagradables y fatales imágenes que aparecen en los distintos medios de comunicación, deberían hacernos pensar que el automóvil es pérfido como un gato. Cuesta mucho por desgracia, aprender que puede convertirse en el proyectil más mortífero que es dable imaginar. ¡Basta de tanta impunidad! y de hacernos de la vista gorda cuando se trata de sancionar.