30 – S

Existen opiniones diversas sobre el 30-S. Hay quienes consideran que fue apenas una revuelta policial, otros que fue un claro intento de golpe estado, mientras que la Comisión del 30-S lo cataloga como un golpe blando. Ese día se paralizó el país y millones de ecuatorianos fuimos testigos de la historia contemporánea, frente al televisor.

En casos tan controvertidos y dramáticos es siempre necesario volver a los hechos, ya que estos no son sujetos de opinión. Ese día existió insubordinación de una fuerza armada: la Policía Nacional. Miembros de la Fuerza Aérea se tomaron el aeropuerto de Quito, suspendiéndose los vuelos en Guayaquil y Quito. La escolta legislativa impidió que sesione la Asamblea Nacional.

Hubo saqueos en diferentes partes del país. Grupos de oposición pedían la renuncia del Presidente, algunos celebraban anticipadamente su caída mientras que otros pedían la amnistía para los sublevados. Cada cual, saque sus conclusiones.

Sobre el secuestro o no del Presidente me remito también a los hechos. Correa ingresó al Regimiento Quito antes de las 10:00. Luego de casi 12 horas logró salir hacia Carondelet en medio de una balacera impresionante que le costó la vida al cabo Froilán Jiménez.

Es inobjetable que hubo un intento de magnicidio.
Dejando a un lado las pasiones que genera un líder como Rafael Correa, a favor y en contra, es indiscutible que el 30-S marcó un antes y un después. A diferencia de los derrocamientos del pasado, esta vez el pueblo salió a defender a su Presidente democráticamente electo. En ocasiones anteriores, el pueblo había exigido en las calles la renuncia de quienes lo habían defraudado. Ese 30-S no espectamos imágenes de gobernantes huyendo de Carondelet.

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