Fue suficiente que un avión entre a mantenimiento para que toda la operación de Tame resulte afectada. Sí, estoy hablando del Airbus A330, el más grande de la flota de la compañía estatal y el que cubre la ruta Quito-Nueva York y de los inconvenientes generados por un mantenimiento no programado.
La aeronave entró en mantenimiento el pasado 21 de noviembre, por instrucción del fabricante del avión, según explicó Tame en un comunicado. Con el avión en tierra, la operación de la aerolínea estatal se complicó, a tal punto que los pasajeros de distintas rutas nacionales se vieron afectados.
Para cubrir la ausencia del A330, Tame utilizó dos aviones Airbus A319 con capacidad para 120 pasajeros cada uno, en la ruta Quito – Nueva York. Pero la medida no fue suficiente y los reclamos por vuelos cancelados o demorados, así como por equipaje extraviado o desviado se multiplicaron en las redes sociales.
La misma aerolínea admitió que tuvo problemas. “Esta para obligada (del Airbus 330) ocasionó que los vuelos nacionales sufrieran reprogramaciones y retrasos en todas las terminales aéreas”, se lee en otro comunicado de la compañía estatal.
La situación solo muestra que Tame, a pesar de los esfuerzos, aún no está en el nivel de otras aerolíneas. Este año, la compañía abrió nuevas rutas internacionales, pero junto con la apertura de frecuencias vienen los compromisos con los pasajeros, con la gente que paga por un boleto para salir y llegar a una hora determinada.
La competitividad en el sector de las aerolíneas, como en cualquier otro, es permanente y si Tame quiere llegar a las grandes ligas debe asegurar su operación. Toda aerolínea enfrenta mantenimientos no programados, pero no por eso se afectan todas sus operaciones.
La compañía estatal no puede darse el lujo de llevar un avión a mantenimiento y afectar todas sus operaciones aéreas. Simplemente pierde seriedad.