El desarrollo de la educación a distancia ha sido impresionante en todo el mundo. Sus avances cualitativos y cuantitativos se manifiestan como parte de un proceso global de democratización del saber, cuyos límites son francamente insospechados. Una breve revisión de su historia, perspectivas, dificultades y retos. ¿Una universidad sin clases?
La educación a distancia ha dejado de ser una utopía. En el nuevo milenio las nuevas condiciones sociales y políticas han planteado nuevas demandas a los sistemas educativos, y como resultado –pese a las barreras y predominio de las instituciones y formas tradicionales de enseñanza-, ahora nadie discute la importancia de esta modalidad, que ha entrado con toda dignidad en la universidad con plena autoridad académica.
Las tres generaciones
Existen tres generaciones de la educación a distancia. La primera generación usaba el correo como mecanismo para llevar los textos a los alumnos. Comenzó a usarse las guías de estudio y la autoevaluación, que sustentaba la enseñanza programada. Nació entonces la figura del tutor, encargado de resolver las consultas de los estudiantes. Era la época romántica de los cuarenta y los cincuenta.
La segunda generación dio un salto cualitativo con la incorporación de la radio y la televisión en los años sesenta, pero siempre como apoyo a los textos. Así, gracias a las nuevas tecnologías, el texto fue generosamente “arropado” de medios audiovisuales como las cintas de audio, las diapositivas y posteriormente los vídeos. El tutor utiliza el teléfono, sistema que dura hasta nuestros días.
El uso de las comunicaciones se diversifica en la segunda generación, identificándose cuatro canales como soportes comunes de la educación a distancia: el aula, el correo, el teléfono y las ondas, con centros de apoyo de tutores y materiales en varias regiones más próximas a los estudiantes.
La tercera generación tiene sus raíces en la difusión de los ordenadores personales y los avances de las telecomunicaciones, que permiten prever la recuperación de la comunicación con el profesor –casi equivalente a la clase presencial-, y se refuerza con sistemas masivos de almacenamiento de información, que amplían y transforman el material didáctico que tiene acceso el estudiante.
La integración de estos elementos facilita la creación de redes telemáticas, que organizan el tráfico de comunicaciones entre estudiantes, autores, tutores, centros de información, bancos de datos, oficinas de empleo, etc. que convierten progresivamente la idea original de educación a distancia, de carácter conductista, en una educación centrada en el estudiante, de raíz constructivista.
Ha nacido un sistema de educación a distancia, paradójicamente “presencial”, con métodos avanzados de tele enseñanza asistida por ordenador y otros multimediales. El aula queda así reconstruida en lo que se denomina entorno del alumno, centro de recursos o aula virtual.
Características
La educación a distancia ha sido definida como el proceso de formación auto dirigido por el mismo estudiante, apoyado en un material instruccional elaborado en centros distantes de su domicilio.
Es considerada también como un método o una modalidad de educación por medios impresos, mecánicos o electrónicos -por la separación física entre los alumnos y los profesores- que promueve un proceso de auto enseñanza para obtener objetivos educacionales específicos, con una mayor cobertura geográfica que la de los sistemas tradicionales presenciales. La característica general de los estudios a distancia es la “no contigüidad” de profesores y estudiantes.
Otras características son: la población estudiantil dispersa, predominantemente adulta; el autoestudio, mediante sistemas de “aprender a aprender” con apoyo tutorial especializado; las comunicaciones masivas y organizadas; el uso de los medios de comunicación; el estudio individualizado; el creciente uso de tecnologías; la tendencia a utilizar currículos flexibles, módulos y créditos; la industrialización de la enseñanza-aprendizaje, caracterizada por la producción masiva de materiales auto instruccionales; y, los costos decrecientes por estudiante.
La utilidad del saber
Las razones de la fuerte expansión de la educación a distancia, en las naciones desarrolladas y en vías de desarrollo, se deben a los cambios dramáticos de los valores sociales, económicos y políticos de los últimos tiempos. Estos cambios asignan a la educación de adultos un papel fundamental en el proceso de construcción de sistemas de autogestión y cogestión relacionados con el empleo.
A lo anterior se une la crisis general de la educación presencial, que no ha podido responder a la demanda creciente de la población que busca oportunidades de formación continua, y a las crisis internas de los países, por la ineficiencia del Estado y la educación pública, que ha impulsado a las personas a buscar nuevos referentes educativos para ampliar sus ingresos.
Las demandas de tipos de educación no formal e informal son reales porque ofrecen soluciones diferentes a las convencionales, y son más apropiadas a las situaciones emergentes que vive la mayoría de la población. Tal es el caso de la gente predominantemente adulta, con grandes responsabilidades de trabajo y de familia, que se halla dispersa en territorios geográficamente remotos.
La universidad sin clases ha surgido como una respuesta social a las necesidades esenciales, que tienen que ver con el mejoramiento de la calidad de vida. La utilidad del saber, así como la visualización del conocimiento y los títulos universitarios constituyen ahora el mejor canal para acceder a niveles más altos en la estructura social, económica y política de cada país.
Pero la educación a distancia ha tenido que sortear algunas dificultades; no obstante, no ha dejado de crecer cualitativa y cuantitativamente, pese a algunos detractores. Sus objetivos centrales siguen vigentes: la formación de adecuadas destrezas y hábitos de lectura crítica, la solución de problemas y el logro de un pensamiento independiente.
Asimismo, formar, educar, evaluar al estudiante y darle acreditación académica legal mediante títulos, diplomas y certificados constituyen aspectos fundamentales de los estudios a distancia, que en el Ecuador se han desarrollado.
Estándares de aprendizaje
Se ha demostrado que se puede lograr los más altos niveles de aprendizaje, cuando existe la decisión del alumno y la institución patrocinante cuenta con una adecuada organización, infraestructura y un sistema de autoeducación técnica y científicamente bien elaborado.
Un ámbito específico de la educación a distancia es la población adulta, que no puede asistir al sistema presencial. La denominada educación continua y permanente es un reto para nuestras sociedades. Pero la democratización de los saberes no debe llevar a la mediocrización de los profesionales. Por eso, el establecimiento de estándares de calidad es ineludible, para los nuevos escenarios de los aprendizajes.
Formación centrada en el estudiante
Por los adelantos tecnológicos mencionados es posible vislumbrar a futuro: la desaparición paulatina de la división entre la clase presencial y el curso a distancia; habrá la tendencia a confeccionar material pedagógico para cursos a medida o a la “carta”; los centros de producción de unidades didácticas seguirán teniendo importancia; la formación centrada en el estudiante será el eje del sistema; el modelo industrial de producción, mediante paquetes didácticos, avanzará a aplicaciones interactivas multimedios; se producirán ordenadores personales adaptados para el aprendizaje, a través de redes educativas y producción de servicios didácticos especializados; surgirán nuevas empresas de equipamiento de software y hardware educativo, centros de producción de multimedios y centros de servicios u organizadores de cursos.
Nacerá, en suma, una nueva industria integrada de microprocesadores y redes, para atender procesos de formación y servicios de alto nivel, nuevos sistemas tutoriales, animaciones por ordenador, editores de texto, bancos de datos y televisión interactiva por satélite, así como sistemas avanzados de inteligencia artificial, tratamiento de lenguaje natural, visión artificial, redes de banda ancha, todo ello integrado a la red educativa.
La era digital no nos aguarda un futuro lejano, sino que ya vivimos en ella. La “escuela” ha entrado definitivamente en las casas, por diferentes líneas y conexiones. Las familias, por ese motivo, deberán aprender a organizarse de otra manera para recibir al nuevo “maestro” en el hogar. La Universidad sin clases está en proceso.