La Silla Vacía

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Temas políticamente incorrectos

Las visitas, declaraciones, debates, foros, fotografías, abrazos, besos, comilonas y sorbetes han ingresado al mercadeo político, donde todos, sin excepción, nos hemos convertido en clientes; es decir, en potenciales votantes de uno u otro candidato, mientras las estadísticas –interesadas o no- reflejan las tendencias de los electores. En este tráfago he advertido temas políticamente incorrectos, que bien podrían ingresar a la historia de la cultura política o politiquería. Reflexiones sobre lo políticamente correcto.

• ‘La cortina de humo es evidente’

El período electoral se presta para escuchar puntos de vista, que llenan los espacios comunicacionales, como la frase precedente que evidencia un vacío de contenido.

La famosa ‘cortina de humo’ es común a todos o casi todos los candidatos, que ven en las aseveraciones de los demás amenazas simbólicas, que no tienen respuestas lógicas. Con esta frase se intenta ‘contestar’ a un oponente, y en la práctica lo que se provoca es el efecto contrario; es decir, cubrir con un manto de misterio las opiniones ajenas para que el público se dé cuenta que las falacias existen y que ese vocero no es confiable.

Lo ideal sería que los candidatos respondan con datos y no con ‘cortinas’; respondan con evidencias y no verdades a medias.

• ‘Se trata de una persecución política’

Otra frase recurrente de ciertos dirigentes, en la cual los periódicos gastan toneladas de tinta y papel, es la supuesta ‘persecución política’. Si bien Aristóteles dijo hace más de dos mil años que toda persona es un animal político (‘zoon politikon’), no es menos cierto que el manoseo político no es, precisamente, un aporte aristotélico, sino un invento de quienes denotan falta de argumentos.

Ficticia o no, la persecución política podría entrar en el capítulo de las paranoias, según los especialistas de la conducta humana; sin embargo, hay que reconocer que en la historia de la humanidad, desde la antigüedad, sí se han identificado persecuciones crueles, por el modo de pensar, por pertenecer a una ideología o tener un rasgo racial diferente. La odisea de los judíos, afrodescendientes e indígenas son pruebas fehacientes.

Pero hablar de ‘persecución’ en temas de poca trascendencia, no es sino un disfraz poco creíble, y una declaración políticamente incorrecta.

• ‘Exijo documentos, pruebas’

En esta sociedad donde predominan los medios alternativos de comunicación –chat, facebook, twitter y otros-, hay quienes se atreven a ser políticos por elección o designación. Y se exponen a la vindicta pública en forma voluntaria.

Y está bien, porque el liderazgo, el verdadero liderazgo es ético o no es liderazgo. Dirigir la sociedad es un derecho y también un deber, consigo mismo y con los demás. Por eso es necesario que los candidatos, sin excepción, transparenten todo: sus cuentas, sus vínculos, tus intereses y, obviamente, sus principios.

El ejercicio de la política requiere una fuerte dosis de honestidad no solo intelectual, sino económica. De ahí que, en lugar de pedir pruebas, un líder honesto debe presentar documentos antes de una elección, durante el ejercicio público y al final de su mandato. Porque el poder es esencialmente servicio, y no para servirse de él.

• ‘Lo políticamente correcto y lo incorrecto’

La política es una ciencia y un arte. La ciencia política se ordena al conocimiento del Estado, su organización y funcionamiento; en tanto que la política es un arte de lo posible, que tiene como mira al bien común, y subsidiariamente al ejercicio de otros valores esenciales: el respeto a la vida, al ambiente, la diversidad de pensamiento, la verdad, y fundamentalmente la satisfacción de las necesidades básicas, que podrían alinearse en lo políticamente correcto.

Lo políticamente incorrecto sería lo contrario: la mentira o la media mentira, la media verdad, prometer maravillas, ofrecer una larga lista de obras sin presupuesto; salir de la crisis con medidas fáciles, arreglar de un plumazo la deuda eterna, y eliminar la corrupción con un nuevo sistema de justicia.

Lo curioso es que ciertos políticos ‘profesionales’ reconocen que su éxito depende de las actuaciones políticamente incorrectas. Y fieles a algunos principios de Tomás Moro, han subido al poder elegidos por el pueblo, y cuando no han podido cumplir con sus promesas han culpado a agentes externos.

Los aprendizajes del quehacer de la política son muchos. Uno: no depender del eslogan o la sonrisa bonita; dos: analizar –dentro de lo posible- la historia de vida del candidato; tres: revisar los contenidos del discurso o programa, antes que la lista de ofrecimientos; cuatro: oponer la racionalidad a los sentimientos; y cinco: optar por un modelo de sociedad en el cual los ciudadanos –y no solo el Estado- tengamos más participación y nuevas responsabilidades.