La Silla Vacía

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Las preguntas de los ciudadanos

La opinión de los lectores es importante. El Comercio mantiene la sección “Cartas a la Dirección”, donde los ciudadanos expresan puntos de vista. Y en la versión digital el público también opina sus acuerdos y desacuerdos sobre un tema o problema. Esta comunicación de doble vía, entre el medio y los ciudadanos, cualifica el sentido de la comunicación y fortalece la democracia. Una reflexión en voz alta.

El articulista es un privilegiado porque su palabra llega a cientos y miles de personas, mientras que la del hombre común -como decía el Dr. Jorge Salvador Lara- no solo no llega sino no es consultada antes de una decisión que toma el poder. Gracias a ese privilegio me dirijo a los ciudadanos para compartir reflexiones, que intentan apoyar los esfuerzos de quienes sí quieren un cambio responsable y rescatar -de paso- la política como ciencia y arte, y por supuesto la democracia.

Cuando el país se apresta a ser consultado sobre temas relevantes, me pareció oportuno repensar en las preguntas que los ciudadanos del Estado llano -los de a pie- formulamos sobre la vida y sus quehaceres, las noticias -buenas y malas-, y sobre el futuro que para muchos nos parece incierto.

La pregunta como política

J. Martín-Barbero en su obra “De los medios a las mediaciones”, “mira el otro lado del proceso de la comunicación llamado recepción, conformado por las resistencias y las variadas formas de apropiación de los contenidos de los medios. La comunicación se hace así cuestión de cultura, que exige mirar los medios masivos en un contexto más amplio, teniendo en cuenta las distintas redes que se configuran y los procesos que allí tienen lugar”.

Así concebida, la pregunta –inspirada por Sócrates- es el vehículo más antiguo y más eficiente de los saberes. En esa perspectiva, preguntar –en un ambiente informal- es sinónimo de estar vivo; es cuestionar la misma existencia y la naturaleza de las cosas, en procura de una respuesta posible que nos convierte a todos, sin excepción, en seres políticos. Entonces, el nuevo valor de la recepción –que es, en la práctica, mucho más que el “banco” que recibe informaciones- tiene relevancia y capacidad discursiva igual o mayor que el emisor.

Una pregunta natural y obvia

Existen preguntas por doquier. Las más comunes se refieren a la cotidianidad y están inscritas en la vida diaria: la familia, la salud, la escuela, el trabajo, las creencias, la seguridad, las noticias y los negocios –la sobrevivencia- están, entre otras, en el orden del día, y en el cronograma de las preocupaciones personales y colectivas, que forman parte del denominado desarrollo humano sostenible, cuyos parámetros básicos, aceptados por las Naciones Unidas son: la salud/nutrición, la educación y el empleo que configuran la calidad de vida.

Con este panorama surge una pregunta elemental, que debería ser el eje horizontal y vertical de un gobierno responsable orientado al bien común: ¿Cómo resolver el problema de la pobreza y sus causas?

Más preguntas

Pero hay situaciones específicas, que en los escenarios temporales y espaciales tienen jerarquía. Y que merecerían ser consultadas. Los temas de estas preguntas son:

- La pobreza y sus causas (ya mencionadas).
- La corrupción y la impunidad.
- La auditoría de la deuda interna y externa.
- La participación ciudadana.
- La recuperación del dinero mal habido.
- La “ciudadanización” de la política.
- La reforma del sistema educativo.
- La ciudad como espacio humano.
- Cero accidentes de tránsito.
- La defensa de la familia como formadora de personas.
- El ambiente como expresión de la vida.
- El libro y la lectura como protagonistas de la cultura.

Finalmente, esta aproximación a los problemas y posibles preguntas de una supuesta consulta, no sería completa sin la mención a las interrogantes de un peluquero:

- ¿Por qué se afanan tanto los políticos en consultar a la gente, si lo que tienen que hacer es aplicar la Constitución y las leyes, evitar la impunidad de tanto pillo que dice que controla la plata del pueblo y se va a USA a disfrutar del dinero ajeno? ¿Cuándo nos devuelven el billete?