La Silla Vacía

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Una moratoria de carácter cívico y ético es urgente

Las tragedias conmueven y unen. Es el caso del Ecuador azotado por varios frentes: la crisis económica, el desbarajuste político, la incertidumbre social, y ahora el terremoto que ha asolado gran parte de la costa ecuatoriana. Reflexiones para acciones cívicas y éticas urgentes.

Todavía resuenan en nuestros oídos y corazones las frases asignadas a Alejandro Von Humboldt, quien dijo ‘que el Ecuador es un país maravilloso: vive sobre montañas donde emanan fuego sus volcanes; es una región inmensamente rica y la mayoría es pobre, que baila con una música triste’.

Otra opinión -en un contexto diferente- se le atribuye a Santa Mariana de Jesús: que ‘el Ecuador no sucumbirá por la furia de sus volcanes y terremotos, sino por los malos gobiernos’. Mitos o verdades, estos comentarios sirven de referencia –y no son los únicos- que retratan, de algún modo, el Ecuador de ayer y de siempre.

• ‘Cinturón de fuego’

Un punto de partida real es que el Ecuador –junto a otros países ribereños- está ubicado en el denominado ‘cinturón de fuego del Pacífico’. Esta situación es incontrovertible, y merecedora, por tanto, de una estrategia clara del país para defender la vida, y asegurar la supervivencia de la sociedad y la nación.

¿Tiene el Ecuador esa estrategia? ¿Está preparada la sociedad para afrontar este tipo de tragedias? ¿El Estado tiene un sistema de asignación de recursos para paliar las emergencias, y para actuar con rigor en los planes de reconstrucción? ¿Qué tan cierto es que la informalidad en las construcciones constituye una causa – sino principal- de los numerosos colapsos de edificios y locales en las zonas cercanas al epicentro y en otras provincias? ¿Existen modelos de intervención interdisciplinar para manejar la información? ¿Qué papel jugaron las redes sociales ante este fenómeno de la naturaleza?

• País movilizado

El Ecuador ha dado muestras que está vivo. En todas partes el pueblo se ha movilizado para actuar, a través de la recolección y envío de agua, alimentos y rescatistas. Instituciones públicas, empresas privadas, organizaciones de la sociedad civil, iglesias han fletado camiones con ayuda. A esta acción emergente se ha unido la comunidad internacional que, como en otras ocasiones, ha respondido con oportunidad, a fin de aliviar el dolor, la enfermedad y la desolación de gente que ha perdido a sus seres queridos.

Los medios de comunicación –ahora reconocidos por el oficialismo- han cumplido su misión en tiempos de crisis, mediante información en apoyo a la movilización, como nunca antes en la historia del país. A propósito, ¿dónde está la secretaría del Buen Vivir? ¿No sería la ocasión para que actúe, por ejemplo, con una teletón y otras estrategias de comunicación en las que el Ecuador sí tiene experiencias exitosas?

• Reconstrucción

Las largas filas de compatriotas en espera de agua y alimentos conmueven el corazón. Pero la ayuda llega, poco a poco. Sin embargo, lo de mediano y largo plazo debe ser motivo de planificación.

El Ecuador ha logrado salir adelante en varias ocasiones: el terremoto de Ambato, de 1949, y el terremoto de 1987, en la Amazonía, son buenos ejemplos donde se unió el país, en procesos de reconstrucción. Galo Plaza, en el primer caso, y León Febres Cordero, en el segundo, asumieron el liderazgo necesario para reconstruir las comarcas dañadas, con el concurso del Arq. Sixto Durán Ballén, luego presidente de la República.

• Liderazgo ético y estético

El Ecuador de 2016 otrora tan fragmentado como victimizado, ya no es el mismo de 1941. Esta nueva generación de ecuatorianos ha salido airosa en situaciones similares, y ahora el imaginario es diferente: somos un país de triunfadores no solo en las canchas deportivas donde hemos conseguidos lauros –el fútbol, el atletismo-, sino en los ámbitos académicos y científicos, artísticos y culturales.

Las crisis, por lo tanto, son oportunidades. Y el Ecuador y su gente tienen las capacidades para levantar las ciudades destruidas, y si bien no se puede reparar las lamentables muertes, es tiempo de actuar y resurgir con espíritu de lucha.

En el campo político y económico se requiere una moratoria -de carácter cívico y ético-, que implique declinar los intereses por los principios, por el tiempo que sea necesario. No es admisible buscar o inventarse enemigos, porque en el Ecuador todos somos ecuatorianos y ecuatorianas, y nuestro papel esencial es defender la vida.

Que los afanes electoreros queden atrás. Necesitamos un liderazgo ético y estético, que descubra con patriotismo lo esencial y descarte lo accesorio; que una y no disperse; que fortalezca a la gente que sufre y no la debilite. Que todos trabajemos por la reconstrucción. Y que nadie saque provecho del dolor de la Patria.