El Ecuador no lee. Según varios informes en promedio el ecuatoriano lee medio libro por año. Los factores son estructurales y aluden al sistema educativo y a los hogares, que no han generado una cultura favorable a crear hábitos de lectura.
Los docentes tampoco leen y la comprensión lectora deja muchos interrogantes. Las evaluaciones en Lenguaje asignan calificaciones deficientes. El Ecuador no tiene una Política Nacional del Libro y la Lectura, y tampoco un Plan Nacional de Lectura.
Desde el comienzo de la vida
Se aprende a leer en la escuela, pero el hábito de la lectura se pierde, con el paso de los años ¿Por qué? Existen varios factores, según cada segmento de población y contexto. Un hecho cierto es que los docentes marcamos, de algún modo, el futuro de los lectores, y por supuesto, los padres de familia. Testimonios recogidos en talleres con maestros y padres de familia concluyen que el acercamiento a la lectura debe emprenderse desde el comienzo de la vida. Maestros lectores y padres lectores forman alumnos e hijos lectores, respectivamente.
El libro y la lectura
La Asociación de Editores de Libros de Texto del Ecuador realizó hace poco un interesante conversatorio, en el que disertó Samuel Díaz Ribera, ejecutivo vinculado al mundo del libro en la vecina República de Colombia.
Los temas tratados fueron: la canasta del mercado cultural, la lecturabilidad, la información estadística, el ciclo de vida de un libro, la inclinación a la novedad, la autorregulación, las ferias de libros, la protección de los derechos reprográficos de los autores, Fundacultura, Bibliored, las compras públicas, las vitrinas pedagógicas y el presupuesto de la calidad, entre otros. En el foro se intercambiaron puntos de vista que se centraron en un objetivo: estimular el fomento del libro y la lectura, con la intervención de los diferentes sectores.
Institucionalidad
Colombia –según Díaz Rivera- tiene un recorrido importante en el desarrollo de las industrias culturales, especialmente en lo que a la producción y difusión de los libros se refiere. La Feria Internacional del Libro de Bogotá es apenas un componente de un conjunto de iniciativas que acercan el libro a las personas y a las comunidades, y mejoran su calidad de vida.
Existe en Colombia, en primer lugar, una institucionalidad manifiesta, con un sector público con ideas claras y un sector privado emprendedor, a través de iniciativas que son garantizadas por el Estado y los gobiernos locales. En segundo lugar, se suscriben acuerdos y convenios que se cumplen, a través de modalidades administrativas eficientes, rápidas y transparentes. En tercer lugar, se percibe un liderazgo estratégico, que promueve la cultura a través de dos ministerios: el de Educación y el de la Cultura.
Una canasta para el libro
Uno de los proyectos que concitó interés fue la “Canasta del Mercado Cultural”, que es un mecanismo que ofrece a las familias libros, útiles escolares y libros de cultura general a precios especiales. Ello se debe a pactos de autorregulación, que consiste en la capacidad para regular los precios, comités éticos, acuerdos de sana competencia y apoyos específicos de Transparencia Internacional.
El encuentro con Samuel Díaz Rivera dejó enseñanzas y una motivación real para diseñar propuestas e iniciativas, con mucha creatividad, para impulsar el libro y la lectura en el Ecuador.
Bienvenidos a la feria
El libro como industria cultural es un fenómeno humano intenso, sabroso e inigualable más que económico, que une sueños, riesgos y muchas quijotadas de quienes aman la lectura, aún a costa de deudas bancarias impagables.
Por eso –con ocasión de la Feria Internacional del Libro 2015- mi homenaje al libro y a los libreros, a los autores, editores y lectores -que con ferias o sin ellas- viven junto a los libros, con el ánimo exclusivo de leer más que enriquecerse; tomarse un café con un amigo inesperado, y en ocasiones ‘vender’ que significa ‘recuperar’ algo, no tanto para hacerse ricos sino para enriquecer la vida de los lectores en esta Ínsula Barataria. ¡Bienvenidos!